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Renán Fuentealba:“Los militares no querían dar el golpe si la DC no les daba luz verde”

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Fue un hecho que más del 80% de los militantes al interior de la democracia cristiana estaba por la irrupción de las Fuerzas Armadas

POR ELEAZAR GARVISO

Cuando comenzó a consumarse el bombardeo a La Moneda, uno de los primeros hechos que el exsenador y expresidente nacional del Partido Demócrata Cristiano, Renán Fuentealba Moena, fue acordarse de la frase que le pronunció el general Carlos Prats, respecto a que se avecinaba un golpe de Estado y que la irrupción de los militares sería larga y cruenta, sobre todo en vidas humanas. Es por ello que no tuvo dudas en la mañana del 11 de septiembre en partir donde Bernardo Leighton y condenar la acción del Ejército, a través de la histórica carta de los 13.

Para la serie “Protagonistas del Día 11”, Fuentealba (96) nos recibe en su departamento y con una lucidez y claridad histórica, relata lo vivido en la antesala del golpe y en los meses posteriores.

En la entrevista recordó cómo accedió a la presidencia del partido en un momento complejo. Aseguró que pidió condiciones. Una de ellas fue elegir él mismo la directiva que lo acompañase. Es por ello que nominó a Bernardo Leighton en la vicepresidencia, un desconocido Belisario Velasco y Felipe Amunátegui.

En la junta nacional la única lista era la de Fuentealba. Sin embargo, también fue criticado porque buscaban imponer una directiva. “Les dije ésta es la condición que puse, pero si no quieren yo retiro mi candidatura, pero no cambio a nadie, así que yo impuse esa directiva”.

El siete veces presidente nacional de la Falange recuerda que asumió con una clara tesis: Lograr un entendimiento con Allende sobre la base de una rectificación democrática. “Convencer a Allende que su proceso revolucionario lo llevara por el camino democrático dentro del Derecho y la institucionalidad y para eso le prestamos nuestro apoyo”.

Para lograr este objetivo Fuentealba se reunió en innumerables oportunidades con el mandatario socialista “y siempre nos decía tengan calma, tengo algunos niños que son muy locos y el Partido Socialista está muy en contra y lanzado y es difícil entenderse con Altamirano (Carlos), pero yo me la voy a jugar, pero en definitiva no hacía nada”.

Asumió en diciembre de 1971 y una de sus primeras misiones fue cumplir el mandato de la directiva de Narciso Irureta, de acusar constitucionalmente al ministro del Interior, José Tohá. “La gente quería acusaciones y hostilizar al gobierno de Allende”.

Incluso, los presidentes provinciales le pidieron cuentas por qué no se había presentado la acusación en contra de Tohá. “Muy bien, les respondí, hay que presentar la acusación en contra de Tohá, pero también les dije que una acusación en contra del ministro del Interior, es como acusar al Presidente de la República, por lo que íbamos a acusar indirectamente a Allende, por lo que había que hacer una acusación seria y tener respaldo de la opinión pública”.

Es por ello que preparó una gran concentración en el Estadio Nacional, donde expusieron los argumentos de la acción legal, “y salió Tohá del gabinete y el Senado lo condenó y tuvo que irse y ahí viene la burla que hace Allende de cambiarlo de ministerio y lo colocó en Defensa, en el fondo burló la acusación”.

Fuentealba insiste en que pese a que su directiva fue vista como débil y que parlamentaba mucho con Allende, ellos hicieron todo lo que le permitía la ley. “Acusaciones contra ministros por arbitrariedades, concentraciones públicas, a través de todo Chile. Que más se podía hacer. Lo que le pedíamos es que llamara a un plebiscito para que el pueblo se pronunciara si él podía continuar actuando como lo estaba haciendo o no y si perdía se iba. Esto del plebiscito lo conversamos muchas veces y él nos decía ‘tengan paciencia’ y me logré dar cuenta que Salvador Allende, y lo dije en un discurso en Cartagena, que el doctor Allende, el cirujano Allende que dirigía el equipo de la Unidad Popular, estaba encargado de colocarle la anestesia a la opinión pública donde reiteraba que su gobierno era democrático, mientras que su equipo médico hace trasplantes aquí, decomisa empresas por allá y expropia por acá. Nos convencimos de que no tenía ninguna intención de llegar a un arreglo, en primer lugar el partido no lo dejaba. Cada entrevista que teníamos con él, al día siguiente salía un artículo totalmente ofensivo en contra nuestra, porque ellos querían que las conversaciones no prosperaran. Sabían que si me insultaba a mí, yo llegaría al partido, y todos los que eran partidarios del golpe en el partido, me dirían ‘pero cómo puedes estar conversando con un tipo, mira como te tratan en el diario’, pero yo no perdí la cabeza en eso. También la derecha nos criticaba porque estábamos perdiendo el tiempo en esas chapas”.

-¿Si su directiva hubiese ganado la elección de mayo de 1973, el golpe se hubiera retrasado o evitado?

“En mi discurso seguí sosteniendo la tesis de la rectificación democrática donde lo único que cabía era hacer un plebiscito, que Allende se sometiera al juicio popular y si perdía, se iba. Por otra parte, estaba la frase de Aylwin (Patricio) que dijo que hay que pasar de las palabras a los hechos y no hay que dejarles pasar ninguna más. Yo me pregunté esa vez, si nosotros habíamos hecho todo, qué significa eso de pasar de las palabras a los hechos. Era bastante claro el asunto, había que pasar al golpe militar y al derrocamiento de Allende”.

-¿Cómo interpreta que cuarenta años después se defiende a Aylwin diciendo que nunca llamó a un golpe de Estado o lo impulsó?

“Él (Patricio Aylwin) continuó las conversaciones con Allende. Recurrió al cardenal (Raúl Silva Henríquez) con el fin de lograr una solución pacífica. Estaba claro que Allende no quería nada porque lo que querían hacer era una dictadura del proletariado y estatizar todo el país, pero lo que le falló en el cálculo es que no tenía la fuerza para hacer eso”.

-¿Cree que Aylwin se arrepiente del comportamiento en ese periodo?

“Aylwin siguió el diálogo. El general Prats (Carlos) me llamaba continuamente, yo no era presidente del partido y me decía, ‘senador, si la democracia cristiana no se entiende con Salvador Allende no hay nada que hacer. Esa es la única solución para que esto se encauce por la vía democrática, pero si no hay acuerdo aquí vendrá un golpe militar. Si no hay acuerdo, viene una dictadura militar, cruenta, con descabezamiento de los partidos políticos, organizaciones sindicales, sangrienta, violenta y quizás por cuánto tiempo. Si usted no se mueve dentro de la DC, esto no se va a solucionar porque Patricio Aylwin con Salvador Allende no se tragan’”.

-¿En su caso intentó hablar con Aylwin?

“No, no me metí más en la directiva, seguí actuando como senador y que esto se podía arreglar por la vía del plebiscito. Pero, yo no perturbé a Aylwin ni entré a contradecir sus cosas. Lo único que hice fue contestar una entrevista que me hicieron, respecto a que Aylwin había dicho que Allende le entregara el gobierno a los militares y nombrar todos los ministros militares. Era el golpe blanco. Y la entrevista se titulaba: ‘No al golpe blanco’. Pero, como fracasaron las conversaciones con Aylwin, sabía que había un golpe en marcha. Y, además, se hizo una sesión de la Cámara de Diputados, famosa, en la que se declaró inconstitucional el gobierno de Allende”.

 

¿Qué sintió cuando La Moneda estaba en llamas?

“En ese momento estaba con gripe y me levanté y me fui a la casa de Bernardo Leighton espontáneamente y él estaba dispuesto a irse a La Moneda, porque tenía una tradición, que si había intento de golpe de Estado, inmediatamente iba a expresar su solidaridad con el régimen democrático. Estimábamos que Allende, que aunque se había salido de madre, seguía siendo un gobierno legítimamente elegido por el pueblo. Tuvimos que convencerlo y le decíamos que estábamos en toque de queda y lo iban a matar. Si estaba rodeado de militares. Al final no lo dejamos ir”.

-¿Cuándo firmaron la carta de los 13, estaba consciente lo que venía?

“Me lo había descrito el general Prats (Carlos), me dijo la Biblia de lo que iba a pasar. O sea que Prats sabía que iba a haber un golpe militar y por eso que después lo asesinaron porque sabía mucho de lo que había pasado”.

-¿Nunca dudó en firmar el documento?

“Los 13 fuimos promotores de que se hiciera esa carta. Ahora Radomiro Tomic, manifestó que estaba totalmente con nuestra declaración, pero propuso que no la diéramos a conocer, mientras no fuera aprobada por el consejo. Pero si estábamos en el día del golpe y estaban bombardeando La Moneda y mataron a Allende. Cómo nos íbamos a reunir si estábamos en toque de queda y cómo vamos a citar al consejo. ‘Estás pecando de ingenuo’ le dije y le agregue, ‘tú sabes que el consejo nacional no hará esta declaración, sino que hará otra, vamos a perder y quedaremos en el ridículo y no vamos a expresar lo que realmente sentimos como chilenos’”.

-¿Percibe que actualmente su partido (PDC) quiere blanquear la historia?

“No, ellos lo que dicen es que el Partido Demócrata Cristiano nunca tomó un acuerdo oficial, ni la directiva, ni el consejo, ni la junta nacional se reunió para decir que hay que derrocar a Allende. Pero yo que fui un año y medio presidente del partido de los tres de Allende, es verdad que no tomó un acuerdo de derrocamiento (Falange), pero la efervescencia del partido, diría que el 80 a 90% del partido era partidario del golpe y cuando se patrocinó esta declaración de inconstitucionalidad de Allende, esa fue la luz verde para el golpe militar. Cuando yo era presidente del partido trataban de convencerme que diera una declaración del partido que significara abrir las puertas a la acción militar. Era curioso, pero los militares no querían dar el golpe si la democracia cristiana no les daba luz verde y la luz verde fue el acuerdo de la Cámara de Diputados”.

-¿Cómo evalúa la frase de Eduardo Frei Montalva respecto a que los militares habían salvado a Chile?

“El partido (PDC) ninguno de sus órganos tomó un acuerdo del golpe, pero que el 90% pedía el golpe, lo pedía, quería el golpe”.

-¿Un sector de la DC debería pedir perdón?

“Pienso que no, porque dentro de un partido político hay discrepancias, unos éramos partidarios de la rectificación democrática, otros eran partidarios de ser más enérgicos”.

-¿Advierte reconciliado al país?

“Todavía hay rencores, yo por mi parte estoy reconciliado, a pesar que me quisieron asesinar dos veces. Me les escapé en el extranjero y aquí en Chile. En Panamá me querían asesinar y también en El Salvador, me escapé porque andaba con mi señora en misiones de las Naciones Unidas, pero esa es otra historia”.

-¿Cree que falta un trabajo más en conjunto de los protagonistas de hace 40 años como Carlos Altamirano, Patricio Aylwin y usted para analizar con la perspectiva del tiempo lo que ocurrió?

“Se han escrito muchos libros donde hay muchas omisiones, cada uno intentó contar la película a su manera. Hay muchas cosas que faltan y he pensado invitar a juntarse y hacer un libro donde se recuerde todas las omisiones que hemos cometido y cosas que se tergiversan”.

¿Están las condiciones para que los hechos de 1973 nunca más vuelvan a ocurrir en Chile?

“No se ven circunstancias como las de entonces, porque en ese momento estaba la guerra fría y había luchas enconadas entre el imperio norteamericano y el comunista y había una intromisión flagrante del PC dentro de la sociedad y triunfaban tesis como las de ellos”.

-Pero, actualmente se cuestiona mucho la incorporación del Partido Comunista en la Nueva Mayoría…

“Ahí hay mucha falsificación porque la Nueva Mayoría lo que significa es que hay una mayoría más grande que la anterior y lo nuevo es que ingresó el Partido Comunista, pero el PC no ingresa a la Concertación, sino que ingresa a este conglomerado más el Partido Comunista y no veo qué inconveniente hay en pactar con el PC sobre la base de un acuerdo común, eso no significa que el gobierno vaya a ser comunista”.

-¿Le molestó que se eliminara el nombre de la Concertación?

“Creo que el nombre Concertación es el que relata mejor de lo que se trata. Aquí hay partidos marxista, materialistas, laicos, pero tenemos filosofías distintas, doctrinas distintas, pero lo que consistió fue avalar un programa en común donde todos estábamos de acuerdo y ese programa fue el que apoyamos todos. Ese mismo programa se tiene que repetir ahora modernizado, distinto y lo apoyarán los comunistas. O sea, nosotros no vamos a apoyar la dictadura del proletariado porque no será parte del programa común. Ellos aceptarán un programa democrático que le presentaremos y adherirán, pero eso no significa que me transforme en comunista”.

-Cuál es el mensaje a las nuevas generaciones que no vivieron el golpe.

“Que sepan que el personaje más importante de este mundo es la persona humana y por lo tanto todos los bienes que existen en el mundo deben estar al servicio de la persona humana. Por lo tanto, lo que se ha desvalorizado acá es la persona humana y el respeto a los derechos humanos. No sólo se viola los derechos humanos cuando se mata a las personas, sino que cuando se le tiene sumida en la pobreza en la injusticia”.

 

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